El éxito de la empresa familiar y la administración prudente de los recursos generados por esta, originan la formación de un patrimonio familiar, que en ciertas ocasiones resulta más importante que los propios elementos productivos que le dieron origen.
Como parte del ecosistema de la empresa familiar, el patrimonio según su composición presentará características especiales, de las que resultará clave tomar conciencia y actuar de manera preventiva y con conocimiento para asegurar su administración prudente.
Esta visión, si bien se refiere estrictamente a los bienes materiales o derechos que se reciben de la familia, podría verse enriquecida al considerar la educación, la cultura recibida y otros factores, que a manera de capital humano también fueron formados en el tiempo y entregados individualmente a los sucesores.
Su importancia radica en que este capital humano, intelectual y/o de conocimiento, será el que potencie, haga crecer y/o aproveche mejor el patrimonio financiero, empresarial o material entregado en una sucesión.
Continuidad y Patrimonio
Algunos de los retos que enfrentan las familias empresarias en la sucesión, respecto del patrimonio es la pérdida de la identidad y los valores familiares, un potencial conflicto entre familiares, eventual incapacidad del líder para retirarse o delegar, dilución del capital, dificultades para sostener el nivel de vida e incluso la falta de transparencia. Por ello, las familias procurarán brindar una educación, para formar la inteligencia, el carácter y el liderazgo suficiente para inspirar aspectos como: creatividad y esfuerzo de trabajo, ser una ayuda para encontrar y perseguir su vocación personal, y evitar la dependencia financiera, o la pérdida de iniciativa debida algunas veces a la abundancia en la que se vive, o al éxito conseguido por anteriores generaciones.
Los recursos patrimoniales representan un bien material, pero también un medio para ciertos fines y tienen que ser administrados y utilizados como tal. Algunas familias piensan que la formación del patrimonio es un asunto de acumulación y es considerado un fin en sí mismo, sin embargo, la experiencia muestra que la preservación del patrimonio depende más del capital humano e intelectual de las familias. Por ello, sin un esfuerzo objetivo, disciplinado y consciente, difícilmente se estará preparado para tomar decisiones, administrar y hacer crecer el patrimonio y cumplir así con sus fines y propósito.
Educar para la Gestión
Existen diversas razones por lo que a menudo los padres no les parece apropiado hablar de los haberes patrimoniales de la familia; como el miedo a que los hijos conozcan la situación patrimonial, desmotivarlos para que luchen y así destruir su futuro; preocupación por la privacidad de la familia, pero también desconocimiento para abordar el tema. Aunque las razones sean validas, es conveniente preparar a la sucesión para la administración, el disfrute y el crecimiento de los patrimonios construidos con gran trabajo y con buena intención, y evitar así su mala utilización e incluso su destrucción.
La ausencia de la educación patrimonial y la falta de formación de los hijos para gestionarlo ponen en riesgo lo que pudo haber tomado a varias generaciones construir, no sólo el legado productivo, sino a los propios familiares y el empleo de otras familias.
Educar en la gestión del patrimonio resulta crucial para la transmisión del legado familiar y la trascendencia de la empresa familiar. La sucesión puede ser simplemente beneficiaria o asumir con responsabilidad los haberes, hacerlos producir y asegurar sus fines. Por ello se les puede preparar para ser administradores de inversiones, para el gobierno de las empresas, como ejecutivos y directores, pero también para las labores filantrópicas o de responsabilidad social. Y en todos los casos para producir y no solo recibir.
Por eso educar la sucesión para la gestión de patrimonios es conveniente, pero es más importante la educación para el trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad. La conservación y transmisión de patrimonios entre generaciones es un proceso en el que se recomienda que se prepare a la familia para que se conduzca como si fuera la primera generación.
La sucesión siempre es un reto a futuro, de continua generación de valor, aunque con mucha frecuencia se le ve como un ejercicio corto, de distribución de haberes.
Comportarse como la primera generación implica entender la importancia del trabajo esforzado y la capacidad emprendedora, con el fin de transmitirlo a las siguientes generaciones, es importante impulsar la creatividad, y la pasión por lo que se hace.
Aun preparándose para el futuro, el riesgo de un quebranto siempre es posible, pero su probabilidad disminuirá si se toman algunas medidas y se convierten en prácticas prudentes de salud patrimonial familiar:
Tener claro el propósito de la familia, así como lo que significan los recursos económicos y el patrimonio familiar.
Educar y clarificar los valores que son fuente de la unidad de la familia y su compromiso al interior con cada miembro y con la sociedad de la que son parte.
Actuar siempre con el ejemplo; transmitir la importancia del trabajo, la generosidad y la justicia.
Dar la suficiente importancia a la educación profesional de los hijos, impulsar a que alcancen el más alto nivel de aprendizaje acorde a sus capacidades y persigan su vocación, siempre dejando en libertad la elección de su camino profesional.
Identificar intereses y preocupaciones en los miembros familiares alrededor del patrimonio en común, para poder canalizar de mejor manera el patrimonio.
Impulsar el servicio a la comunidad con el patrimonio, inculcando el valor de la generosidad a través de la filantropía.
Crear una cultura financiera en la siguiente generación, sabiendo desde pequeños que tiene que haber dinero para gastar, para ahorrar y para dar.
Diferenciar entre lo que se puede hacer con dinero y en lo que no puede hacer con el.
Conversar sobre situaciones específicas en las que se haya experimentado algún problema con la gestión del patrimonio, si es que los ha habido.
Tomar decisiones de inversión a más largo plazo, eligiendo los riesgos adecuados.
Establecer las reglas de uso y disfrute de bienes patrimoniales y la manera en que se pueden apoyar situaciones extraordinarias o impulsar proyectos emprendedores.
Establecer un sistema de gobierno familiar, que no es más que definir el proceso formal de toma de decisiones de la familia para que cuando se den situaciones difíciles siempre se tomen los mismos criterios y se proteja a la familia de conflictos entre sus miembros.
La Formación del Capital Humano
El principal activo de una familia son sus integrantes. Por esa razón es muy conveniente que al tiempo de formar un patrimonio material, se dedique un mayor esfuerzo en la formación de la sucesión. Esa formación contempla no solo los saberes y el intelecto, sino las capacidades y la voluntad, complementada con una amplia cultura, el fomento de sus habilidades de relacionamiento y una sólida formación moral.
Cada miembro de la familia tiene sus propios talentos, mismos que conviene conocer para impulsar y ayudar a cada uno a realizar su potencial. Esta promoción deberá hacerse siempre con oportunidad en las diferentes etapas de la vida con cuidado y respeto por la libertad individual y sin generar modelos inalcanzables que podrían generar una frustración innecesaria e inconveniente.
El reto esta en la habilidad y conocimiento que los padres tengan de las posibilidades de los hijos. Es mas fácil hacer dinero, que formar hombres capaces de crear riqueza y después saber que hacer con ella.
La formación de un patrimonio como acumulación de riqueza y bienes, puede ser un desatino sino establecemos un propósito para esos haberes. Establecer un propósito, sin embargo, requerirá de una tener visión clara y de la aplicación de unos talentos que permitan la realización de su fin y el logro de unos objetivos concretos.
No se puede abordar esta temática en las familias, sin una concientización de lo que la educación y una amplia cultura puede beneficiar a una sucesión. Por eso la preparación debe partir de los mismos fundadores, o cabezas de la familia. Ahí radica la fuerza de un legado cultural, educativo y moral.
Mientras más preparada y culta una familia, más amplias sus posibilidades de maximizar valor patrimonial. Saber que hacer, conseguir resultados y hacer lo correcto, son tres facetas de una misma acción, que requieren preparación profesional, el desarrollo de habilidades y una solida formación moral. La primera sola, es insuficiente, la segunda es necesaria y la tercera además de virtuosa, hará que las tres sean sostenibles.
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